Diego González "Una Revolución del Espíritu. Política y Esperanza en Frei, Eyzaguirre y Góngora en los Años de Entreguerras" (Bicentenario, 2019). Por Ignacio Stevenson

Diego González

Dejamos la transcripción de la reseña publicada en la Revista Bicentenario.

Existe una tensa relación entre las ideas y la historia. Para unos, donde podríamos situar al idealismo hegeliano, las ideas mueven la historia, y más aún, es la Idea la que se mueve haciendo la historia[1]. Por otra parte, el Marx de La ideología alemana parece defender la postura contraria, donde “el espíritu nace ya tarado con la maldición de estar preñado de materia, que aquí se manifiesta bajo la forma de capas de aire en movimiento, de sonidos, en una palabra, bajo la forma de lenguaje”[2]. ¿Qué determina a qué? ¿Las ideas a la historia o al revés? La verdad es que cualquier polo que olvide su contrario puede parecernos un delirio demasiado teórico. Quizá también en esto valga la sentencia aristotélica, tan celebrada entre los medievales: in medio virtus.

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El libro Una Revolución del Espíritu aparece dentro de un contexto de diversos estudios de pensamiento católico en el siglo xx, donde destacan trabajos como La formación jesuita de Alberto Hurtado. De Chile a Lovaina. 1913-1936, de Manuel Salas Fernández; Catolicismo chileno: controversias y divisiones. 1930-1962, de Andrea Botto Stuven; y Jaime Guzmán. Ideas y política 1946-1963. Corporativismo, gremialismo, anticomunismo, de José Manuel Castro. También obras generales del período como la Historia de la Iglesia en Chile, editada por Marcial Sánchez y la Historia de Chile. 1960-2010, dirigida por Alejandro San Francisco; estudios de reinterpretación como Gonzalo Vial Correa. Las sinuosidades de una trayectoria intelectual, 1969-1991, de Mario Andrés Gonzáles; Mario Góngora: El diálogo continúa. Once reflexiones sobre su obra, editado por Gonzalo Geraldo y Juan Carlos Vergara; y la Historia política de Chile, 1810-2010. Tomo iv. Intelectuales y pensamiento político, editado conjuntamente por Iván Jaksic y Susana Gazmuri. Al mismo tiempo salen a la luz obras de importantes pensadores del período, como el esfuerzo editorial de la UC y el Instituto de Estudios de la Sociedad con respecto a la obra del sociólogo Pedro Morandé, las ediciones conjuntas de Ediciones UC y Universitaria de algunas obras de Mario Góngora, y las nacientes obras completas del filósofo Osvaldo Lira Pérez, que se proyecta en más de diez tomos, por la Editorial Tanto Monta.

El libro Una Revolución del Espíritu aparece dentro de un contexto de diversos estudios de pensamiento católico en el siglo xx".

Dentro de este importante resurgir del pensamiento católico como objeto de estudio, destaca por múltiples motivos el estudio de Diego González Cañete.

El libro tiene por objeto esclarecer, por medio de una comprensión histórica de las ideas, la reacción que tuvo lo que en los años treinta se entendía como socialcritianismo ante la noción de “crisis de la modernidad”, desarrollada particularmente por la Iglesia Católica desde Rerum Novarum (1891), y que en la época de entreguerras llegó a ser un tópico.

La sola época obliga a tomar el libro en consideración. La década del treinta del siglo xx —si seguimos la interpretación de Joaquín Fermandois— fue un verdadero “tiempo-eje” de nuestra historia; el punto de referencia más dinámico del siglo pasado, donde, el tensar de las almas imprimió una potencia que irradiaría el tronco católico y todo su entorno. Una generación que, dicho sea de paso, también Fermandois califica como una de profunda crisis y renovación espiritual[3].

Según Diego González, los fundamentos que sostienen la relación entre época moderna y pensamiento socialcristiano se encuentran en dos tipos de reacciones: una ligada a la acción política, donde encontramos a Eduardo Frei Montalva, que llegará a ser Presidente de la República el año 1964; otra, distante y escéptica ante la política partidista, que terminó por convertirse en una negación radical de la modernidad. Esta segunda fue la opción que tomaron los historiadores Mario Góngora del Campo y Jaime Eyzaguirre Gutiérrez.

Ambas reacciones revistieron la forma de “revolución”, ya política, ya espiritual[4], y fueron determinantes en la historia del período y hasta hoy. Ambas reacciones —revoluciones— se articulan como “esperanza” ante la crisis.

Al mismo tiempo salen a la luz obras de importantes pensadores del período, como el esfuerzo editorial de la UC y el Instituto de Estudios de la Sociedad con respecto a la obra del sociólogo Pedro Morandé, las ediciones conjuntas de Ediciones UC y Universitaria de algunas obras de Mario Góngora, y las nacientes obras completas del filósofo Osvaldo Lira Pérez, que se proyecta en más de diez tomos, por la Editorial Tanto Monta".

El libro se articula en torno a dos partes, cada una compuesta por tres capítulos. En la primera parte se desarrolla una presentación histórica, bastante minuciosa, del panorama chileno y europeo, que permite situarse en el período de entreguerras. Así, avanza desde el entorno de los tres personajes (capítulo 1), pasando por el contexto chileno y europeo de los años treinta (capítulo 2), donde aparecen algunas de las reflexiones más sustantivas en torno al concepto de “crisis”. Para, finalmente, analizar los orígenes y naturaleza de la opción “socialcristiana” de aquel período.

La segunda parte aborda la problemática propiamente tal: frente a un diagnóstico de crisis de la cultura, presenta “la esperanza en los medios de una revolución política y la esperanza en la proyección trascendente de una revolución del espíritu”[5]. Se abre esta parte con el capítulo cuarto, titulado “De la instauración de un orden nuevo”, donde se aborda la problemática de la solución cristiana de la crisis contemporánea. Sigue en el capítulo quinto con la aspiración socialcristiana de instaurar ese “orden nuevo”, mostrando las tensiones que hubo entre el mundo católico y la política moderna de democracias liberales. Por último, el capítulo de donde toma nombre la obra completa, “Por una revolución del espíritu”, expone la doble alternativa entre una revolución política y una revolución espiritual.

En cuanto al método respecta, el camino a seguir, dice el autor, es uno poco habitual. Ciertamente. No es un intento de biografía de tres personajes, ni una historia política, o de las ideas. Naturalmente entra en los personajes, en las ideas e instituciones políticas; entra, también en lo social desde una amplísima perspectiva, pero no es ninguna de esas cosas. Es historia de una “pasión”, de un pathos; una experiencia o vivencia intelectual que emerge en un concierto de tres voces polifónicas. Es una notable reescritura de la historia intelectual.

Ahora bien, el autor nos presenta al mismo tiempo lo que podríamos llamar una síntesis historiográfica. En efecto, el libro es un acierto tanto histórico como historiográfico, y, en todo caso, histórico porque historiográfico".

Vertebrados desde el concepto de esperanza como definitorio de la revolución que se cuaja como opción intelectual de la época, y explicado según las particulares concreciones de Frei, Góngora y Eyzaguirre; opción intelectual que se levanta como una respuesta a cómo ellos estaban entendiendo la “crisis del mundo moderno”.

González Cañete llega a fondo en cuanto a la metodología. Para mostrar el cambio pretendido por los tres protagonistas desde los que estructura su investigación, desarrolla un análisis completo del escenario de la época (tanto nacional como internacional) de manera que se comprenda el suelo nutricio de ese cambio, sus pretensiones y posibilidades. Y por tratarse de una cierta actitud ante ese cambio —la esperanza— desarrolla un correcto análisis de las fuentes, que le permiten dar cuenta de tres concreciones distintas de la revolución del espíritu.

El objeto del libro es el descrito. Ahora bien, el autor nos presenta al mismo tiempo lo que podríamos llamar una síntesis historiográfica. En efecto, el libro es un acierto tanto histórico como historiográfico, y, en todo caso, histórico porque historiográfico. En la urdimbre de fuentes se entrelazan las cumbres de la filosofía y literatura europea, al tiempo que se comentan memorias y autobiografías nacionales que dan cuenta de una época desde la perspectiva de sus protagonistas.

Gran parte de los debates historiográficos están presentes, no a la manera de un marco teórico más largo que la propia investigación histórica, sino elegantemente resueltos en la misma narración. Así, la historia privada complementa y explica la emanada de los “documentos oficiales”, al tiempo que los “próceres” nacen “desde abajo y desde adentro”, y los conceptos se historizan acorde a los planteamientos de Reinhart Kosselleck.

Diego González no analiza ni “entendimientos puros” descuajados de todo contexto e influencias, pero tampoco trata con animales instintivos o determinados por su cuna. Una lograda síntesis de lo que la tradición alemana ha llamado “círculo hermenéutico de la comprensión".

Uno de los mayores aciertos, a nuestro juicio, es la síntesis de la historia “desde arriba” y “desde abajo”. Las pretensiones de la historia social encabezada por Gabriel Salazar[6] y su escuela tienen el problema de quitar toda posibilidad de “cientificidad” —de la cientificidad propia de las ciencias del espíritu, demás está decir— del relato histórico. Los hechos se diluyen en una difusa conciencia colectiva, un caprichoso concepto de pueblo y una particularísima discrecionalidad con respecto a las fuentes. Acá, en cambio, se pondera toda fuente sopesándola con las demás. Surge de esta manera un adecuado estilo, cuajado en historia intelectual, en el cual las pulsiones propias de una época y un lugar son evaluadas a través de la particularísima síntesis de algunos de sus personajes más determinantes, sin dejar de tomar en consideración sus condiciones de posibilidad (familia, educación, contexto social…), ni la mismísima libertad humana. Diego González no analiza ni “entendimientos puros” descuajados de todo contexto e influencias, pero tampoco trata con animales instintivos o determinados por su cuna. Una lograda síntesis de lo que la tradición alemana ha llamado “círculo hermenéutico de la comprensión”[7].


[1] Para estos efectos, la introducción de Hegel, G. W. F., Fenomenología del espíritu resulta de notable claridad.

[2] Marx, Karl y Engels, Friedrich, La ideología alemana. Crítica a la novísima filosofía alemana en las personas de sus representantes Feuerbach, B. Bauer y Stirner, y del socialismo alemán en las de sus diferentes profetas (Akal, Madrid, 2014), p. 25.

[3] Fermandois, Joaquín, “Catolicismo y liberalismo en el Chile del siglo xx”, Estudios Públicos, N° 93 (2004). Ahora en él mismo, Fragmentos acerca del Fin del Mundo. Artículos y ensayos sobre Chile (Bicentenario, Santiago, 2015).

[4] Góngora, Mario, “Revolución política y revolución espiritual”, Lircay N° 27 (1 de agosto de 1936).

[5] González Cañete, Diego, Una Revolución del Espíritu. Política y Esperanza en Frei, Eyzaguirre y Góngora en los Años de Entreguerras (Bicentenario, Santiago, 2019), p. 30.

[6] Véase la célebre Introducción a Salazar, Gabriel, Labradores, peones y proletarios. Formación y crisis de la sociedad popular chilena del siglo xix (Lom, Santiago, 2000), pp. 7-20.

[7] Particularmente Gadamer, Hans-Georg, “Sobre el círculo de la comprensión” en Verdad y Método II (Sígueme, Salamanca, 2015).

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