Bajo el sello de la Editorial LOM y en la traducción de Vicente Lane, se lanzó a principios del año 2020 la primera edición hispanoamericana de Relato de la vida de Olaudah Equiano, El Africano. Autobiografía de un esclavo liberto. En esta obra, publicada por primera vez en Inglaterra, en el revolucionario año de 1789, el autor rememora su vida: los primeros recuerdos de infancia, su posterior captura y esclavitud, sus gozos y vicisitudes como liberto, las intimidades de su conversión religiosa y el cómo fue involucrándose en la lucha antiesclavista, de la que su libro participa y da testimonio, pues lo escribió queriendo promover “en cierta medida, por pequeña que fuese, un interés por la humanidad” (p. 18), interpelando específicamente a los potentados y parlamentarios ingleses para que legislaran a favor de abolir la esclavitud.
Olaudah Equiano nació en 1745 en la provincia de Eboe del reino de Benín, en la costa occidental africana, en la actual Nigeria. A la edad de 11 años fue raptado junto a su hermana, luego separado de ella, y transado como esclavo entre varios dueños africanos. Fue embarcado hacia las Indias Occidentales, viviendo los horrores del esclavismo en su viaje trasatlántico, de asombro en asombro: ora por la brutalidad de los blancos, ora por las misteriosas velas que movían la embarcación, ora por ver peces voladores; Equiano, desarraigado de su pueblo y costumbres, sólo podía atribuir estas cosas a sortilegios y brujerías, sintiéndose “maravillado, estando cada vez más convencido de que había sido transportado a otro mundo y que todo lo que me rodeaba estaba inundado de magia” (p. 47). Finalmente llegó a Barbados, donde lo compró un oficial de la marina real inglesa que desde entonces lo llamó Gustavus Vassa, nombre con el que se bautizó en la iglesia de St. Margaret en Westminster en 1759.
El oficio naval fue la principal ocupación de su vida. A la zaga de su primer maestro —así llama a los amos a lo largo del relato— Equiano sirvió en navíos de la armada británica, coincidiendo con la Guerra de los Siete años (1756-1763) y participando en numerosos enfrentamientos en costas europeas y norteamericanas. Bajo su segundo maestro, un comerciante cuáquero, ejerció la marinería mercante en el Mar de Las Antillas, transportando y transando productos y “remesas vivas”, es decir, esclavos. Al respecto, él mismo recordaba: “se me encargaron distintas cargas de nuevos esclavos para su venta (…) era casi una práctica admitida entre los secretarios y otros blancos entregarse a la violenta depredación de la castidad de las esclavas mujeres; ante tales conductas siempre se me obligó a agachar el moño” (p. 99).
Entre los hombres blancos, Equiano llegó a admirar algunas de sus buenas costumbres como la de “hablar con los libros”, por lo cual, en su infancia, “a menudo tomaba un libro y le hablaba, luego acercaba mis orejas para escucharlo con la esperanza de oír su respuesta, llegando a preocuparme cuando comprobé que siempre permanecía en silencio” (p. 57). Con el tiempo, no sólo aprendió a leer y escribir, sino que también tomaría lecciones de navegación, aritmética, corno francés y peluquería.
Tras veinte años de esclavitud, Equiano pudo comprar su manumisión. Los días siguientes fueron felices; incluso salió de noche bien engalanado a disfrutar la libertad, acaparando miradas femeninas y la alegría de quienes lo conocían y le profesaban sus afectos. Pero rápidamente su condición de liberto llegó a parecerle tan terrible como la esclavitud, y “peor, puesto que están condenados a vivir en un estado de persecución permanente, e incluso su libertad no es más que nominal” (p. 118). Poco después, dejó las Antillas para volver a radicarse en Londres, que era su gran deseo; aunque por su oficio naval y afán de aventuras, no se estuvo quieto, y cada tanto se embarcaba de nuevo, llegando incluso a involucrarse en un viaje de exploración al Ártico. Los peligros de los procelosos mares surcados y los malos tratos que soportó como esclavo y liberto produjeron en Olaudah una profunda crisis de sentido, comenzando a gestarse en él un aborrecimiento a la esclavitud en paralelo a una creciente inquietud religiosa. Entre los avatares de su vida, las batallas, los naufragios, las cadenas y los azotes, para Equiano “se evidenciaba plenamente el rastro de la Mano de Dios”; desde entonces comenzó a confesarle “sólo a Él mi temor de los hombres, y a llamar diariamente a su sagrado nombre con temor y reverencia” (p. 80).
Su camino de fe lo condujo a probar varias confesiones cristianas. Incluso consideró, ya siendo libre, radicarse en Turquía, asombrado por la devoción que vio en sus habitantes las veces que visitó aquel país. No obstante, cuando más desesperanzado se halló, considerando que sus obras eran insuficientes para salvarse, experimentó una suerte de éxtasis místico, un sentimiento de confianza total en la predestinación que sólo la sangre de Cristo otorgaba a los pecadores que a Él plugo salvar… Desde entonces, Equiano se rodeó de creyentes y participó de congregaciones cristianas disidentes de la Iglesia de Inglaterra, al tiempo que se empleó en una misión de la Corona para repatriar a los negros a una colonia en África, la cual fracasó. Aun así, continuó en sus empeños, haciendo amistad con representantes del abolicionismo, por cuyo acicate se animó a escribir el relato aquí reseñado; no desde el resentimiento y la sed de venganza, sino como fruto de su experiencia personal de esclavo y creyente, sintetizada con maestría en líneas tales como: “Él [Dios] nos dice que tanto el opresor como el oprimido están en sus manos. Si éstos [los esclavos] no son los pobres, los desconsolados, los ciegos, los cautivos, los heridos de los que habla nuestro Salvador, entonces ¿quiénes lo son?” (p. 104).
Este relato, presentado como autobiografía, a medida que avanza adquiere el desarrollo de un cautivador libro de viajes; superándose a sí mismo, tórnase denuncia de la trata esclavista y deprecación por su abolición… pero en lo más profundo, subyace la historia de un alma que inquirió con fruición, sangre, sudor y lágrimas, la Providencia Divina entre las más atroces realidades de una época de nuestro género humano y de nuestra América.
Pablo Ignacio Sepúlveda López
EQUIANO, OLAUDAH. Relato de la vida de Olaudah Equiano, El Africano. Autobiografía de un esclavo liberto. LOM, 2020.