Es difícil concebir la empresa conquistadora de España en América sin antes considerar a uno de sus más grandes e icónicos personajes, y posiblemente el más grande de todos por la magnitud de su hazaña, que es Hernán Cortés. No es fácil encontrar una base de comparación a lo largo de la historia universal que se pueda asimilar a la enorme obra civilizadora que inició, con el favor de su extraordinario talento estratégico, sagacidad y cristiana fe, este conquistador español en el interior del poderoso Imperio Azteca. Es realmente providencial lo realizado por Cortés si se intenta entender cómo una expedición de apenas medio millar de españoles pudo conquistar tal gran Imperio indígena, constituido por centenares de miles y millones de habitantes, y que albergaba una de las culturas precolombinas más avanzadas de su época. Y qué mejor obra para entender tal proeza que la biografía de Hernán Cortés de Salvador de Madariaga, en cuyo espacio se trata principalmente esta aventura conquistadora, de cómo Cortés organizó su expedición, de la fundación de la Veracruz, de cómo se enfrenta al desánimo de sus soldados que buscaban desistir de la empresa, de la importante ayuda que le prestaba la Malinche, de los conflictos que se suscitan con el Gobernador Cuba, de los pueblos indígenas que Cortés logra atraer a su causa para liberarlos del poderío azteca, de su entrada en Tenochtitlan, de cómo se va desenvolviendo su relación con Moctezuma hasta su triste desenlace, de las rebeliones que sufren y de la llamada Noche Triste, y muchos otros episodios más que demuestran con claridad una tenacidad, valentía, perseverancia y liderazgo de Cortés que lo hacen merecedor de la más alta admiración y elogio por tal singular empresa que difícilmente otro hubiera hecho mejor.
Joaquín Vidal